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word 

artista urbano

Durante la última década y media, Bogotá se ha convertido en un escenario aleatorio y caótico en donde el grafiti surge como un detonante de comunicación y diálogo entre sus casi diez millones de habitantes. Word, también conocido como Cazdos, testigo y protagonista de esta transformación, aunque es maestro en Artes Plásticas (Fine Arts) de la Universidad de los Andes, realizó sus ejercicios preliminares en la pintura escribiendo grafitis en Bogotá. Siendo adolescente, aprendió de primera mano de sus colegas Ecks y Yurika, a leer, transitar y transformar la ciudad inscribiendo la firma de su seudónimo, de forma frenética, en la calle. Bogotá todo el día. Y toda la noche.

 

Word se ha entregado de lleno a la investigación cerrera del grafiti como un fenómeno inaprensible y voluble en la ciudad. Como investigador, ha desarrollado espacios virtuales y fisicos de difusión como la ya extinta -pero relevante- revista especializada en graffiti Objetivo Fanzine. Su gusto por la indagación también ha quedado manifiesto en varias investigaciones académicas, exposiciones colectivas y proyectos curatoriales, que versan acerca de las tensiones presentes entre el arte y la ciudad.

 

Word es un especialista en tejer las costuras que unen a la historia urbana con las artes plásticas. Su trabajo se ha centrado en desarrollar problemáticas que cuestionan los usos del espacio público; las tensiones de las relaciones humanas en la ciudad y; el graffiti, como  acto performático en acción. La práctica del arte callejero le ha servido de prótesis a este artista para encarnar múltiples diálogos, ejercicios y mapeos en el espacio público que se han reflejados en murales, tanto en zonas deprimidas de Colombia como el barrio Orquídeas de Agua Blanca, en el suroeste de Colombia como también en el pirotécnico y espectacular  sector de Wynwood en la ciudad de Miami. 

 

Para el artista, los ejercicios frágiles, transitorios y efímeros aprendidos en la calle, han sido insumos importantes como orientación y motivo de la mayoría de sus trabajos personales de estudio, en donde trabaja la pintura, el dibujo y las instalaciones In-situ. En sus ejercicios  de pintura seriados como Fronteras y Fronteras 2, explora el acero inflexible como soporte rígido que negocia su naturaleza estática cuando entra en contacto con la pintura abstracta: concibiendo escenarios de mareas ataviadas, tardes o amaneceres sabaneros, que en cualquier caso, buscan capturar la fragilidad momentánea de la luz, así como los rastros humanos en la ciudad (monumentos instantáneos inobservados por la mayoría). 

 

Cazdos es un creador que interpreta la realidad sin la excusa de intentar encontrar respuestas: la máxima más potente -y fértil- de la contemplación humana.  

YURIKA

artista urbano

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La responsabilidad inevitable de un artista es trazar puentes entre dos mundos que permanecen -inexplicablemente- separados. Siendo un adolescente en la cruda Bogotá de los años noventa, Yurika encontró refugio en los sonidos toscos y contundentes del hardcore. Al finalizar cada concierto o fiesta, regresaba a su casa y observaba con curiosidad e interés la presencia intermitente de grafitis que emulaban el estilo Wild Style, incubado, décadas atrás, en la costa este norteamericana. Su naturaleza salvaje y provocadora, de la que fue testigo,  se le hizo inevitable. Bastaron un par de meses para que los trazos del artista -en vísperas- empezaran a aparecer por todo la ciudad. Luego de merodear por años diferentes sonidos y músicas, un regreso sorpresivo a su gusto y afición por los ritmos autóctonos colombianos, hizo posible el encuentro inesperado que marcaría, en adelante, su carrera: la cumbia y el grafiti.

La cumbia, el extraordinario género musical que comprende y amalgama los ritmos ancestrales que atraviesan la región Caribe colombiana (hijos de las intersecciones culturales que trajo el descubrimiento, conquista y colonización de América) con sus percusiones vibrantes y anécdotas convertidas en verso, se convirtieron para Yurika en una cartografía que determinaría su obra pictórica; una deriva personal e íntima a la que el artista ha denominado “Cumbigenismo”. 

 

Quizás fue su decisión de pintar una María Mulata (un ave mitológica castigada en su colorido por su vanidad) en el epicentro histórico de Cartagena en el año 2013, la que despertó esa necesidad de comprender el ejercicio artístico a partir de los ritmos de cumbias y de las raíces mestizas de la Colombia. A manera de augurio dedicó esta creación mural, que se funde con la arquitectura colonial de la ciudad, a su hija recién nacida: Cielo Celeste. La imagen del pájaro fantástico se convertiría en un lugar de peregrinaje para todos aquellos que se sintieran atraídos por la vertiginosidad del color y las formas en la obra. El mural, de plumas encendidas y anhelante vuelo, parece sembrar una dentellada colorida en el inquietante relato conservador de una ciudad legendaria que ha negado por siglos el vientre mixto en el que se gestó: el afrodescendiente y el indígena.  

 

Yurika es un mestizo y por eso su deliberado irrespeto por las formas unitarias y comunes,  la fiereza de su propuesta se hace incluso apreciable en su forma de vestir: camisas, faldas bordadas  y holgados tenis de basquetbolista manchados de pintura, consagran su decisión de ser él mismo. Sin excepciones. Esta puesta en escena, también se refleja en su estilo de pintura, atiborrada de trazos, gestos y colores sobrepuestos, en donde se hacen evidente su llamado a la exuberancia y al ritmo: horizontes sobresaltados que confunden e intrigan la mirada.

 

En plena temporada navideña del año 2019, Yurika alcanzaría un logro inspirador para su carrera y su propuesta profesional, pintando un mural de más de dieciocho pisos en Sao Paulo, Brasil: la imagen de un esbelto gaitero colorido que le susurra vida a la cumbia que toca, descubre con astucia las herencias musicales y representaciones grafiti que el artista reclama en sus obras. La vida como un suceso rítmico y la pintura como una insinuación que seduce; un baile fijo que comprende un movimiento detenido en la memoria.

 director

Camilo Fidel

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Como es bien sabido, toda travesía debe tener un relator. Su función no es otra que impedir que los acontecimientos -los insignificantes y los reveladores- naufraguen en el olvido. Este ha sido, desde sus inicios, el encargo de Camilo Fidel. Un abogado y profesor universitario que supo en 2008 del rumor más intrigante y poderoso de la ciudad de Nueva York: el graffiti. Sin saber nada al respecto, con su amigo Alejandro, decidieron escarbar la posibilidad de encontrar un camino nuevo y distinto para la impresionante cultura que ya llevaba décadas sucediendo en su ciudad natal, Bogotá. Así nació Vertigo Graffiti. 

 

Aunque tardó un par de años en darse cuenta de la inmensidad de la práctica artística, que más de una vez lo atropelló, Camilo Fidel tuvo la terquedad suficiente de observar con atención todo lo que sucedía a su alrededor y, más allá de eso, supo retener la sustancia de las palabras del grupo de grafiteros que con el tiempo se convertirían en sus colegas entrañables. Luego de no pocos traspiés, se terminó enterando de las palpitaciones del grafiti y con el entusiasmo descabellado que lo define, siguió adelante como quien se adentra en una cueva oscura con apenas una lámpara de petróleo para ver sus pasos. Desde 2008, la llama no ha dejado de alumbrar. 

 

Gracias a sus videos y documentales, hoy se puede visitar la memoria de Vertigo Graffiti, desde sus primeros ejercicios hasta los últimos. Camilo Fidel no dejó de percatarse de historias y volverlas realidad (junto al delicado ojo de Nicolás Fernández). Juntos crearon una realidad alternativa llamada Los Amateurs, que intentó explicar de todo lo que ha sucedido con este devenir que inicio en 2008. En 2023, Camilo terminó por perder el pudor por completo -tal y como se lo enseñaron los grafiteros- y escribió un libro -mitad anécdota mitad lección- que intenta darle mérito a todos los acontecimientos y experiencias que ha presenciado y no pocas veces, lo han dejado perplejo. Las Mecánicas del Vértigo decidió bautizarlo, luego de descartar muchos otros nombres. En dicha publicación revela procesos de creación de Vértigo y su insistencia en pintar historias, el enfoque definitivo (algunos lo llamarán, el concepto) que ha dado lugar a más de una docena de murales de gran formato que aún hoy se alzan en tres continentes. Todos estos años juntos, como una colina de hojas secas, demuestran que bastaba con la voluntad del tiempo para entender que con paciencia todo lo que se daba por desaparecido, surge de nuevo. Llegado su momento y su lugar.

pez

artista urbano

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En 1999, las calles de Barcelona empezaban sus madrugadas con peces sonrientes, de ojos redondos, que aparecían en paredes, cortinas de comercios y cerramientos. En compañía de sus amigos, Pez salía a pintar la ciudad que se convertiría, con los años, en cuna de varios artistas de renombre internacional. Sin duda el joven catalán, menudo, generoso y de cola de caballo, tendría un lugar de honor en esta generación de creadores incubados en las ramblas y las estrechas calles de la capital catalana.

 

Al pasar de los años, los peces de Pez aparecerían por todo el mundo y su happy style, su más promisoria creación, sería cada vez más reconocida; ya fuera  en una exposición de sus obras en Japón, en un “mapping” en Wynwood o en la zona industrial de Bogotá. Aunque sus obras han llegado a infinidad de latitudes, no se puede pasar por alto que el el corazón de Pez se divide entre su natal Cataluña y la intensa Bogotá, en donde reside junto a su familia, algo más de seis meses al año. Pez va y viene por el mundo, algo que ya no parece extrañarle y que se ha convertido en su más agitada realidad. En este momento prepara una exhibición personal en los Estados Unidos y el año pasado, celebró los 20 años de su carrera junto a sus célebres amigos del arte urbano en una prestigiosa galería de Londres. 

 

La prolífica obra de Pez, encierra un mensaje profundo y pertinente. Aparte de la delicadeza de sus trazos y acabados y la versatilidad de sus peces, que incluso han decorado la proa de un barco en el Caribe, el Pez pareciera levantar la voz frente a una realidad que premia la sensatez sobre la felicidad de los hombres y la oscuridad sobre el color en las calles. Por fortuna, aún quedan muchas sonrisas para el catalán, mucho color, y muchos amigos. Quizás estos, su más preciado tesoro, aparte de su esposa y sus dos hijos. 

NICOCINQ

fotógrafo y realizador 

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Las ampollas palpitaban en su espalda. El sol iracundo de la bahía de Taganga, llevaba un par de días lastimando la piel del joven fotógrafo. De cuclillas, y sin soltar su Nikon D300s, encuadraba a Ecks mientras este trazaba una línea sobre el barco, atracado en la mitad de la playa. Esa noche, no pudo dormir, el dolor de las quemaduras lo mantuvo despierto. Prendió su cámara,  revisó el material y escogió las mejores fotografías. En la mañana siguiente, de madrugada, debería salir hacia una playa del parque Tayrona, donde haría las fotos de un par de modelos para Doce Nueve; una marca de bikinis grafiti de Vertigo que jamás despegó.

 

La historia de Vértigo ha corrido con la suerte de tener una cámara fotográfica dispuesta a congelar una acción o revelar el gesto de un artista -mientras se encuentra sumergido en su creación-. Esa perspectiva, desde la delicadeza y el compromiso, le ha correspondido, no pocas veces al talentoso Nicolás, el encargado de documentar los descensos y ascensos del equipo; fue el responsable de los primeros videos de Vertigo para la marca Sprite, la foto nocturna de Prisma Afro (el primer mural de gran formato del equipo) y los retratos de las abuelas de Aguablanca que se imprimieron para velar por los jovenes en riesgo de morir por la violencia.

 

Hoy, sin que el paso de los años haya minado su voluntad, es el encargado de filmar y editar los documentales del proyecto siamés de Vértigo Graffiti:la productora audiovisual Los Amateurs. Con seguridad, quedan muchas historias para contar a través de la mirada detenida de Nico: el arrojado fotógrafo de las ampollas en la espalda. La memoria visual de este trasegar. 

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