Después de 15 años de experiencia hemos desarrollado una mecánica propia para pintar murales que incluye tres elementos específicos: el contexto, el relato y la imagen.De esta manera, antes de empezar a diseñar nos sumergimos en el espacio que quiere ser intervenido: leemos un rato sobre el contexto, oímos sus historias y atendemos a los testimonios que se nos cruzan. Tenemos mucho cuidado en desentrañar los relatos que circundan la pared y que la definen. Luego nos embarcamos en la travesía de crear un relato que perdure y conmueva. Una historia que permita que el mural sobreviva al tiempo y se siembre en las miradas de los transeúntes. La palabra no solo precede a la forma, también le da vida en la imaginación.Por último, dejamos que las alternativas de posibles imágenes surjan y compitan entre ellas. Cada opción tiene méritos y desafíos, y es en esa pugna final que decidimos qué pintar. Si no llegamos a un resultado satisfactorio (muchas veces sucede así) volvemos a empezar.Al fin y al cabo, para eso están las mecánicas.