Calle 75 # 23-50 San Felipe, Bogotá
Es curioso aludir a lo contemporáneo cuando se le antepone una reacción tan primitiva como el vértigo. Ese viejo conocido que desde el primer despuntar del ser humano lo protegió del acecho del precipicio. Por esos días, el miedo y la experiencia jugaban a favor de la imperiosa y solitaria tarea de sobrevivir. Tiempos que ya quedaron atrás. Cuando el mundo terminó de mudarse —lenta y rotundamente— y no pudo oponerse mas ante el placer y el deseo del individuo, incluso las compañías pretéritas se desvanecieron. La vanidad arbitraria triunfó. Otra naturaleza víctima. El mecanismo de defensa se retorció y se hizo provocación. Ya lo anunciaba Kundera, quizás el vértigo sea realmente ganas de lanzarse. Lo desconocido que maravillaba. Lo impredecible como lugar predilecto. La búsqueda del sentido que se ocultaba en el riesgo innombrable. La esencia manipulada que nos llevó a circundar mares, construir monumentos, diseñar guerras y pintar paredes y objetos. El hallazgo está ahora fuera de control. Somos sirvientes de nuestras propias creaciones. Es hora de honrar lo primitivo. En tiempos de inteligencias y artificios es mejor resistir en las cavernas. La curiosidad reclama su lugar. El vértigo debe regresar. El instinto prevalecerá.